sábado, 5 de junio de 2010

El leñador y su hacha

Érase un leñador pobre muy pobre.

A tal extremo llegó su pobreza que cierto día decidió vender su hacha para dar de comer a su familia, pero comprendió tarde que sin su hacha dejarían de comer el resto de los días. Había hipotecado su vida por un día de felicidad.

A veces somos poco previsores.

5 comentarios:

  1. A veces la necesidad apremia tanto que compramos momentos a precios muy caros.
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Otra cosa no pero previsor lo soy.
    Creo que demasiado lo que a veces te impide disfrutar del día a día.

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Bienvenido, Toro Salvaje. Vuelve cuando quieras.

    Pienso que debemos ser privisores, lo dificil es serlo en su justa medida, como tantas cosas...

    Besitos

    ResponderEliminar

Deja volar tu fantasía...